Olivicultura: no perder la oportunidad frente a una demanda creciente

Con precios internacionales récord del aceite de oliva por las malas cosechas de España, las expectativas son interesantes porque también crece el consumo. Pese a que Mendoza se diferencia por su Indicación Geográfica y jugadores destacados, perdió terreno a manos de provincias vecinas.
Con precios internacionales récord del aceite de oliva por las malas cosechas de España, las expectativas son interesantes porque también crece el consumo. Pese a que Mendoza se diferencia por su Indicación Geográfica y jugadores destacados, perdió terreno a manos de provincias vecinas.

Los últimos datos oficiales muestran que en Mendoza la cantidad de superficie implantada con olivos disminuyó al menos 5.000 hectáreas y en 2018 se contabilizaron unas 15.000. Desde entonces, y aunque sin datos ciertos todavía, desde el Instituto de Desarrollo Rural (IDR), estimaron que la baja puede ser menor debido a la erradicación de olivos a manos de barrios privados en diversas zonas de Maipú y Luján, principalmente.

El aceite de oliva hoy tiene un precio internacional récord de U$S 6.000 la tonelada cuando el valor tradicional rondaba los U$S 2.500. Se trata de una situación que se observa desde hace dos años por las malas cosechas que ha tenido España, que produce el 60% del aceite que consume el mundo. A esto se suma una merma en la olivicultura europea, a raíz de la existencia de diversas plagas que complican la producción del otro lado del Atlántico.

Argentina exporta a granel el 80% de lo que produce y se destaca por la calidad de sus aceites. Con la cosecha recién comenzada, tiene la ventaja de estar a contra temporada de Europa, lo que favorece al producto, debido a que su frescura es un factor importante de consumo. En líneas generales, cada vez más personas se inclinan por este producto, debido a la extensión de la consciencia de la alimentación sana y de las propiedades que tiene el aceite de oliva.

En Mendoza, se cultiva el olivo con dos destinos. Uno para aceitunas verdes fermentadas, que se manipulan principalmente las fábricas de conservas relativamente grandes. El otro y principal es el aceite de oliva. Además de la exportación, el aceite embotellado -con muchas producciones pequeñas- se destina a consumo interno.

La paradoja del sector

La pérdida de terreno de la olivicultura se choca con las perspectivas de crecimiento de la actividad, así como con emprendimientos destacados en el mundo originados en Mendoza. La provincia perdió hace tiempo su liderazgo en el sector, primero de la mano de la promoción industrial, sucedida hace 30 años y, después, a causa de la falta de incentivos provinciales o para frenar la merma o para impulsar la plantación.

Pese a todo, la Indicación Geográfica (IG) Mendoza es altamente valorada, por lo que la provincia se ha posicionado en segmentos de altísima calidad. La olivícola Laur, en el número 1 del ranking mundial, es un ejemplo de esta situación a la que se suman otros emprendimientos de alta calidad. Se trata de una suerte de paradoja debido a la pérdida de volumen local, cuando la provincia fue tradicionalmente fue la primera productora de aceituna.

Alfredo Baroni, ingeniero agrónomo y coordinador técnico del IDR, expresó que la actividad se ha transformado y que en Mendoza hay unos 3.000 productores, de los cuales solo el 10% están integrados. Es en referencia a la necesidad de integración vertical con el objetivo de sobrevivir.

“Mendoza fue la primera provincia productora y, después de la promoción, se posicionaron provincias como La Rioja, Catamarca y San Juan”, comentó Baroni. A esto se suma que las plantas de zonas más cálidas son más productivas, es decir que producen mayor volumen.

Gabriel Guardia, enólogo y gerente general de olivícola Laur, expresó que Mendoza vive un tema “gravísimo”, que es la falta de aceitunas. “Antes éramos número uno y hoy tenemos que traer la mitad de la producción desde San Juan y la Rioja”, observó Guardia. El especialista agregó que tanto ellos como otras marcas han posicionado la marca Mendoza, pero que hoy miles de olivares se convirtieron en barrios privados debido a la baja rentabilidad y la inexistencia de incentivos para la producción.

En este sentido, Guardia destacó que gracias a la promoción industrial hoy hay aceitunas en el resto de las provincias ya que, treinta años después de promulgada, en Mendoza todavía se habla de esto sin haber hecho demasiado para morigerar dicho impacto. “Si no fuera por eso, hoy estaríamos afuera del mundo en un contexto internacional favorable que seguirá en esta línea”, destacó el gerente de Laur.

Perspectivas

Más allá de la conocida situación macroeconómica que hoy afecta a todas las actividades productivas, la olivicultura tiene futuro dado que el consumo seguirá en alza. Sin embargo, no hay actividad posible sin mecanización y, por supuesto, sin agua. Dos elementos que se consiguen a través de un elemento clave: la inversión debido a la necesidad de renovación y eficientización.

Miguel Zuccardi, de la unidad de aceites oliva Familia Zuccardi y Zuelo, coincidió con Guardia en la tendencia creciente al consumo de este tipo de productos que tienen una suerte de certificación en el marco de la alimentación saludable. “El aceite crece en esa categoría y también en la gastronomía especializada”, subrayó Zuccardi.

Desde el punto de vista de Baroni, una contra que tiene la olivicultura es que se requieren entre seis y ocho años para cosechar aceitunas, apenas se implantan los olivos. “Esto desalienta las inversiones, debido no solo a la situación país, sino a que hay que tener espalda para esta espera”, expresó el coordinador del IDR.

Desde la visión de Guardia, en tres años se pueden obtener aceitunas y en cinco ya se puede cosechar. Laur acaba de plantar 100 hectáreas en San Juan, al tiempo que sumaron unas 2.000 plantas más en su finca de Maipú. “Necesitaríamos dos o tres mil hectáreas más para poder abastecer la demanda que tenemos y, si no se hubiera desinvertido, podríamos estar haciendo crecer a nuestros vecinos”, se lamentó el enólogo.

En esta línea, Zuccardi reconoció que no hay olivicultura posible sin mecanización. Todo va camino a eso debido a que de lo contrario sería muy costoso (y en vano) realizarla. Para Baroni, una limitante del crecimiento es el agua en un contexto de crisis hídrica y de sequía. Es que si bien los olivares son resistentes a la escasez de líquido, no dan nada si no son regadas. En los oasis bajo riego y con la mayor eficiencia posible, no obstante, el cultivo tiene altas perspectivas de crecimiento y proyección.

Fuente: https://www.mdzol.com/dinero/2023/5/3/olivicultura-no-perder-la-oportunidad-frente-una-demanda-creciente-334683.html

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